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Un encuentro entre la naturaleza y tu cuerpo guiado por María José M. Santé, dra. en Biología y profesora del Máster en Medicina Natural de la USC.
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Mª José M. Santé

La alimentación en el embarazo

Debe de ser lo más natural posible y debe mantener las proporciones, recomendadas en una dieta equilibrada, de los nutrientes básicos:

Las frutas, verduras y hortalizas serán las propios de cada estación y con diferente modo de preparación según se trate de temporadas frías o cálidas,

predominando los cocidos en el primer caso y los crudos en el segundo. De esta forma la embarazada asegura el aporte de ácido fólico, abundante en verduras, legumbres y cereales integrales.

Así mismo los carbohidratos o glúcidos o azúcares como espagueti, macarrones, fideo, arroz,…, deberán ser preferentemente integrales para mantener un nivel equilibrado de azúcar en sangre, y se deben evitar los refinados como pasteles o dulces.

Durante el embarazo estamos programando el metabolismo de nuestro hijo, por lo que un exceso de glúcidos durante los primeros 4 meses induce en el feto una resistencia a la insulina , y como consecuencia de la misma incrementa la posibilidad de padecer enfermedades autoinmunes, obesidad o arteriosclerosis.

Las proteínas aportadas por el pescado, blanco o azul, carnes blancas como la de pollo o pavo, y ocasionalmente huevo y carnes rojas como la ternera.

En la programación metabólica una carencia de proteínas en los primeros 4 meses de vida puede inducir, en el feto, a un mal desarrollo de órganos como el hígado y páncreas.

Los lípidos preferentemente aquellos ricos en insaturados como los aceites de 1ª presión en frío, por contener ácidos grasos omega 3, en lino, nueces, algas y pescados azules; omega 9 en aceite de oliva, almendras, aguacates; omega 6 en cereales integrales y semillas de sésamo y lino.

En su programación metabólica, una carencia de dichos omegas en los primeros 4 meses de vida puede inducir en el hijo a problemas en el desarrollo de corazón, riñones y cerebro, lo que en un adulto genera desconfianza y sensibilidad al rechazo social, inmunosupresión y padecimiento de alergias e incluso puede precipitar el desarrollo de procesos cancerígenos.

En cuanto a minerales, durante el embarazo aumentan los requerimientos de calcio y hierro, que pueden venir aportados por algas, lentejas, mariscos (berberechos, almejas y mejillones), brócoli, frutos secos, y mantener o disminuir la cantidad de sodio (sal), para evitar la retención de líquidos, aunque ha de considerarse que los riñones de una embarazada eliminan más sodio.

En vitaminas, las necesidades de vitamina D, necesaria para formar el esqueleto del bebé, pueden venir aportadas de setas, pescado azul y con paseos al sol.

En principio no debes hacer cambios bruscos en alimentación, ni dietas depurativas, ni ayunos.

Otros cuidados

Cuidado con sustancias excitantes como té, café, chocolate, alcohol u otras sustancias,

porque pueden interferir en absorción de nutrientes, pero sin exagerar; ¿a quién no le apetece chocolate bueno (mínimo de 70% cacao) de vez en cuando?

Incluir frutos secos en el menú con frecuencia.

¡Cuidado con los aditivos!, en comidas preparadas, chucherías, chicles..., podrían ser no

civos para el feto. Por igual las megadosis de vitaminas, sabes que hay fuentes naturales para ayudarte, sino son suficientes, entonces emplea suplementos naturales.

Satisface tus antojos de manera racional.

Por tu salud y la de tu bebé


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