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Un encuentro entre la naturaleza y tu cuerpo guiado por María José M. Santé, dra. en Biología y profesora del Máster en Medicina Natural de la USC.
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Mª José M. Santé

Los tóxicos de cada día

Como cada mañana, nos levantamos y cubrimos nuestra higiene personal con una buena ducha a base de gel y champú ricos en parabenes. Nos secamos y perfumamos con desodorantes y cremas hidratantes ricos en parabenes y benzofenonas.

A continuación preparamos un buen desayuno con :

*Cítricos y frutos secos, que “probablemente” fueron tratados con pesticidas organoclorados y organofosfatados, en el caso de los cítricos pueden contener un 37.5% y los frutos secos un 3.2% de dichos compuestos.

*Lácteos “posiblemente”contaminados con productos químicos, tipo herbicidas, fungicidas o pesticidas ,que fueron suministrados a la vaca en su alimentación a base de piensos o hierba tratada con estos productos, además de hormonas (estradiol y zeranol) para su rápido engorde, antibióticos para evitar infecciones entre los animales que comparten un espacio reducido, y ¡eso sí! enriquecidas en vitamina D, que aunque más cara es “más buena” para alimentar a nuestra familia, porque lleva una vitamina sintética, que en sobredosis es puede resultar tóxica.

El siempre opcionable biberón de nuestro bebé porta en el plástico bisfenol A, que al calentar la leche se desprende y lo ingiere el lactante.

*Para media mañana, preparamos una merienda en un envase alimentario de poliestireno, (plástico blanco), bisfenol A y ftalatos, o con hormonas estrogénicas, (hormonas femeninas). Si elegimos una simple bolsa de plástico, en la que pondremos una porción de pizza o sándwich, una lata de refresco con cafeína, puede que lleve fosfatos y bisfenol A.

* A mediodía, un buen plato de espaguetis con mejillones (en su hepatopáncreas, parte oscura del mejillón, acumula un metal pesado, el plomo),en lata ( fabricada con hierro y tapizada con estaño, para que no se oxide); y con unos champiñones (pueden acumular un metal pesado, cadmio en las laminillas), al ajillo.

O un buen plato de carne de ternera, que pudo haber sido alimentada de los residuos vegetales de un invernadero, y que puede contener una importante concentración de sustancias peligrosas para nuestra salud.

Como bebida, de nuevo una enlatada y de postre una fruta enriquecida en pesticidas.

Este podrías ser una descripción de la aplicación práctica de los desconocidos tóxicos utilizados diariamente por cualquier familia, y sin saber cómo podrían repercutir todos esos contaminantes en nuestra salud.

Todos los agentes químicos ambientales rompen el equilibrio fisilógico de nuestro cuerpo, además son “no biodegradables”, son bioacumulativos y persistentes, lo que significa que:

- afectan a la expresión de nuestros genes, sobre todo los compuestos organoclorados y metales pesados (cadmio, plomo o mercurio que acumulan nuestros moluscos bivalvos, mejillón, almeja, navaja, zamburiña…).

- Actúan como disruptores endocrinos, esto es, interfieren en la acción de nuestras hormonas, sobre todo los parabenes, bisfenol A, compuestos organoclorados y organofosforados; y como consecuencia provocan daños en el crecimiento (desde la fecundación, por la alimentación de la madre), desarrollo y reproducción.

- El compuesto bisfenol A, incrementa la posibilidad de tumor de testículo, diabetes, alergias, pubertad precoz e incluso esterilidad.

- Los lácteos, no solo aumentan nuestro nivel de tóxicos, sino que además, dificultan la eliminación de los mismos.

Como conclusión decir que “todos estos compuestos están, por supuesto, en los límites de tolerancia marcados por la OMS “, claro está que de forma individual, y ¿el efecto sinérgico, en conjunto, de todos ellos? Eso tiene una respuesta desconocida y seguro que particular y variada, como lo somos cada uno de nosotros; pero si antes desconocíamos estos datos y no podíamos actuar, ahora que los conocemos sí debemos ser responsables y actuar en consecuencia, porque nadie cuida de nuestra salud como nosotros mismos .

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